A mí me gusta la palabra poetisa, quizás porque me recuerda por su sonoridad a la palabra sacerdotisa (del templo de Isis). En realidad una palabra no tiene en sí misma nada de malo. Poetisa no entraña subvaloración, lo que sucede es que se ha pronunciado en múltiples ocasiones de un modo peyorativo, como si la mujer que escribe poesía fuera menos Poeta que el hombre que escribe poesía. Como si ella llegara a la actividad poética por una especie de desviación extraña y él (el varón) por vocación, talento, genio. Éste creo que es el problema. En realidad habrá personas a las que les guste la palabra poetisa y otras prefieran poeta. Creo que lo que se discute cuando en una reunión o tertulia presentan a una mujer como poetisa no es el término sino el concepto que subyace. Quizás con el tiempo se pueda llegar a erradicar esa sensación de incomodidad que puede provocar la palabra en algunas personas y situaciones cuando dejen de mirarnos a las mujeres poetas o poetisas como bichos extraños.
Ana Muela Sopeña